Fecha de publicación: Sep 7, 2022


Hugo Camilo Beltrán Gómez
Fecha de publicación: Sep 5, 2022


Daniela Huyó Millán
Natalia Sofía Vásquez Sabogal
Fecha de publicación: Aug 24, 2022


Edith Johanna Morales-Roa

Reintegración social y aprobación a la participación política de desmovilizados: una mirada sobre los desmovilizados de las FARC-EP, 2016

 

Reintegración social y aprobación a la participación política de desmovilizados: una mirada sobre los desmovilizados de las FARC-EP, 2016*

Social Reintegration and Approval of the Political Participation of the Demobilized: A Look at Demobilized FARC-EP members in 2016

Brayan Olaya**Stephania Upegui***Andrea Quintana****Carolina Velasco*****

Recibido:09/04/21
Aprobado: 04/12/21

 

 

Resumen

 

A finales de 2016 se firmó el Acuerdo de Paz entre las FARC y el gobierno colombiano, el cual tuvo el objetivo de colocarle fin al conflicto armado interno y construir una paz estable y duradera. Sin embargo, el punto más controvertido del Acuerdo fue el de la participación política, dado que la sociedad civil ha construido unas narrativas sociales negativas entorno a los desmovilizados que deslegitiman, estigmatizan, y limitan su participación en cualquier escenario público. Esta investigación analizó la opinión de las personas de la sociedad colombiana en su disposición a la aprobación de la participación política de los desmovilizados de este grupo y/o el acuerdo o desacuerdo con la reintegración social de quienes eran sus integrantes. De modo que se plantea la hipótesis que a mayor apoyo a la reintegración social de los desmovilizados de las FARC hay más disposición a la aprobación de su participación política. La fuente estadística se basó en la opinión de 1 534 personas colombianas encuestada por Latin American Public Opinion Project (LAPOP) en 2016. Se encontró que la aprobación a la participación política de las FARC es directamente proporcional a la aprobación de la reintegración y a la confianza en el gobierno nacional de ese momento.

Palabras claves: desmovilizados, reintegración social, participación política, opinión.

Abstract

At the end of 2016, the Acuerdo de Paz (Peace Agreement) was signed between the FARC and the Colombian government, whose objective was to put an end to the internal armed conflict and to build a stable and lasting peace. However, the most controversial point of the Acuerdo de Paz was that of political participation, since civil society has built negative social narratives around the demobilized that delegitimize, stigmatize, and limit their participation in any public setting. This paper analyzes an opinion survey of Colombian civil society regarding respondents’ approval of the political participation of demobilized FARC members and/or their agreement or disagreement with the social reintegration of that same group; posing the hypothesis that the greater the support for the social reintegration of the demobilized members of the FARC, the higher the approval of their political participation. The statistical analysis is based on the opinions of 1,534 Colombians surveyed by the Latin American Public Opinion Project (LAPOP) in 2016. It was found that approval of the political participation of former FARC members is directly proportional to the approval of reintegration and trust in the national government of the time.

Keywords: Demobilized, social reintegration, political participation, opinion.

Introducción

Diferentes procesos de paz han tendido a incluir programas para atender los factores multicausales que han originado el conflicto, uno de estos es el programa de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) del gobierno colombiano. En los estándares de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los programas de DDR hasta 2005 se concebía la reintegración como un proceso social y económico en el que "los excombatientes adquieren un estatus civil y obtienen empleo e ingresos sostenibles” (ONU, 2014, p.157). Posteriormente, con el Tercer Informe del Secretario General sobre DDR (2011) se añadió que el factor económico era importante, pero no era suficiente en diferentes casos, por ello, se debía contemplar aspectos políticos en la reintegración para garantizar su sostenibilidad y éxito.

La reintegración tiene como objetivo fomentar la aceptación de los desmovilizados, pero esta contrae diferentes problemáticas y representa un reto para la sociedad, puesto que “implican una transición, tanto por parte de los combatientes que dejan sus armas, como para los gobiernos que buscan una salida del conflicto, como para las comunidades que reciben los desmovilizados” (Theidon & Betancourt, 2006, p.93). Otro factor que conflictúa la reintegración es: el involucramiento de la sociedad civil en términos de su participación y percepción social ante estos procesos. Marín, Márquez y Rubio (2018) sostienen que las comunidades receptoras tienden a tener percepciones desfavorables frente a las personas desmovilizadas. La construcción de redes sociales es importante en los estudios a poblaciones que han sido marginadas, como los desmovilizados, ya que permite comprender el proceso de su integración social, pues “la reubicación del desmovilizado comporta una gama de fenómenos sociales relacionados con una imagen criticada y desfavorable de quienes llegan de la guerra; este fenómeno conduce a procesos de marginación, exclusión y estigmatización” (Abello, Amar, Ávila y Madariaga, 2011, p.358).

Por ejemplo, Galindo, Guzmán y Tovar (2008) realizaron un estudio en Bogotá donde se encontró que la llegada de los desmovilizados en la sociedad tiene dos significados, el primero “la percepción del desmovilizado como una amenaza y se justifica aludiendo a su pasado violento. [...] El segundo significado se asocia con la idea del desmovilizado como extraño, como perteneciente a otra cultura y en proceso de adaptación” (p.311). De este modo, la sociedad civil limita la integración de los desmovilizados porque sienta su percepción en imaginarios sociales negativos. Esta percepción produce dificultades para la adaptación social de los desmovilizados y limita su participación en cualquier escenario público. Estos imaginarios sociales surgen de un contexto histórico específico en el que se concibe “la dualidad entre las condiciones objetivas (la estructura social) y las subjetivas (la construcción propia del sujeto)” (Céspedes, 2015, p.191). 

Por su parte, las “implicaciones psicosociales pueden establecer y reforzar núcleos de significado que inciden en la percepción favorable o desfavorable sobre las personas excombatientes” (Marín, Márquez y Rubio, 2018, p.9). En el caso colombiano, históricamente los grupos guerrilleros han sido rechazados por el grueso de la sociedad. Por ejemplo, en 1964, cuando surge el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se reforzó un discurso de rechazo sentado en el contexto internacional, el cual se caracterizaba por “el temor gubernamental del comunismo internacional” (Torres, 2010, p.261). De manera que los gobiernos latinoamericanos debían cooperar para superar los peligros que suponía el comunismo, ya que este “y los grupos guerrilleros se constituyeron en los enemigos internos” (Ahumada, 2007, p.56). Lo anterior iba fortaleciendo los imaginarios negativos hacia quienes cumplieran con tal perfil, añadiendo que, las FARC también recurrían a prácticas como “los secuestros, las extorsiones, los asaltos a las propiedades y el pillaje” (CNMH, 2013, p.40), todo ello potenciaba su percepción negativa y estigmatización ante la sociedad civil.

Una de las principales apuestas de la reintegración es la transición de grupos al margen de la ley a la participación política electoral, con el fin de recurrir a un escenario donde podrían llevarse a cabo negociaciones de una manera distinta sin recurrir a las armas. No obstante, la participación política electoral de desmovilizados ha sido históricamente estigmatizada puesto que estos contraen una trayectoria social negada por el común de la sociedad. Por ejemplo, en Colombia se dio el caso del exterminio de fuerzas políticas de oposición con el partido de la Unión Patriótica (UP), el cual surgió a partir de la negociación entre el presidente Belisario Betancur (1982-1986) y las FARC tras el “Acuerdo de La Uribe” (1984) entre el gobierno y el grupo guerrillero (Cepeda, 2006, p.112). Sin embargo, “una vez se constituye como partido político legítimo, aproximadamente 3.000 de sus miembros fueron asesinados por los paramilitares, narcotraficantes y algunos sectores del Estado” (Theidon, 2009, p.9), lo cual fue reflejando la interiorización de un imaginario social negativo que limitó su aprobación a la garantía de su participación política electoral, aunque la haya obtenido de forma normativa.

Ahora bien, en las encuestas aplicadas por el Observatorio de Medios de la Universidad de la Sabana (2013) se demostró que el respaldo a la reincorporación a la vida civil de los desmovilizados de las FARC es de un 75 % a favor, pero en la aprobación a su participación política es de un 69 % en contra, con lo cual se puede inferir que la aceptación se ha dado en términos de reinserción y no de reintegración social. Por esta razón, surge el interrogante de cómo se configura la aprobación o desaprobación de la participación política electoral de los desmovilizados de las FARC en la sociedad colombiana, además porque se reconoce que se han interiorizado representaciones sociales desfavorables de este grupo a lo largo de la historia. Asimismo, qué incidencias tienen representaciones en el éxito del proceso de paz firmado por las FARC y el gobierno colombiano en 2016.  Es decir, cabe preguntarse: ¿Cómo ha incidido el proceso de reintegración social de los desmovilizados de las FARC en la aprobación a la participación política por parte de la sociedad colombiana luego de la firma del Acuerdo de Paz en 2016?

Revisión de literatura 

Con el objetivo de comprender las visiones sobre la aprobación ciudadana para la garantía de la participación política de desmovilizados se identificaron diferentes tendencias a la luz de la literatura: i) la aprobación desde el reconocimiento como un factor necesario para la vinculación social; ii) el discurso de deslegitimación como rechazo a la participación política de desmovilizados partiendo de narrativas que construyen imaginarios negativos; iii) la reintegración social como el proceso de construcción de escenarios que permiten una inclusión integral de los desmovilizados; y iv) las garantías estatales como mecanismos institucionales necesarios para la garantía de participación política de los desmovilizados.

Primero, se fundamenta que el proceso de vinculación social y civil parte en primera instancia del reconocimiento de la sociedad hacia un grupo poblacional específico, en este caso de los desmovilizados. Siguiendo a Narváez y Salamanca (2003) el reconocimiento se da en tres niveles: subjetivo, objetivo y simbólico, y se entiende que el reconocimiento implica una interacción entre diferentes actores de la sociedad (Castellanos, 2015). Adicional a esto, las interacciones se encuentran condicionadas por diferentes factores como la capacidad de orientación que ofrecen las instituciones educativas (Bejarano y Delgado, 2017). Tovar, Galindo y Guzmán (2008) y Mora (2002) estiman que las representaciones y los discursos sociales contribuyen a la formación de conductas que definen una relación positiva o negativa entre la sociedad y los desmovilizados. El reconocimiento es fundamental para el proceso de reintegración y la aprobación de la participación política de desmovilizados, ya que este genera, desde la perspectiva de Sanabria (2018), una estrategia que podría mostrar al conjunto de la nación alternativas a los problemas relacionados con el conflicto, y en ese sentido implica percibir a los desmovilizados como sujetos políticos con nuevas maneras de pensar y de actuar (Serna, 2017).

Por otro lado, la construcción de narrativas sociales que tienen perdurabilidad a nivel histórico fomenta una deslegitimación generalizada que niega la inclusión y reintegración de grupos que han sido estigmatizados o excluidos, como los desmovilizados. Además, el discurso de deslegitimación situado en un contexto específico sobre un actor es usado para legitimar la violencia contra este (Barreto, Borja, López y Sabucedo, 2008).  En el caso colombiano se han suscitado discursos estigmatizantes hacia los grupos guerrilleros y hacia la oposición política, junto a la falta de garantías legales para la expresión de ideas y proyectos políticos diferentes al de los gobiernos tradicionales (De La Cruz y Ariza, 2017), como ha sido el caso de las FARC y la Unión Patriótica. Por lo que resulta “clave entender el estigma inmerso en el proceso de reintegración” (Mesa, 2017, p.125) para poder posicionar a los desmovilizados como un colectivo inmerso  en la política, y así aumentar su legitimidad en la sociedad (Terranova, 2018), ya que, “aunque los excombatientes pueden ser enfrentados con discriminación, desconfianza, estigma y rechazo, como resultado de estigmatizar las representaciones sociales […] también tiene el potencial de crear resistencia y esfuerzos para construir nuevas representaciones e identidades positivas” (Andreouli, Howarth y Rodríguez, 2015, p.176). 

Otra postura teórica define que la aprobación a la participación política de desmovilizados debe estar antecedida por la reintegración social la cual garantiza la inclusión desde una perspectiva integral, ya sea por la aceptación de sus familias y comunidades locales o por la capacidad para participar en la vida cívica y comunitaria (Andreouli, Howarth y Rodríguez, 2015). Los programas de DDR han tendido a definir a los desmovilizados “como ‘amenazas continuas’ a los cuales se debe mantener en la civilidad para así alejarlos de cometer acciones delictivas” (Quishpe, 2015, p.8), ante este sesgo se niega la importancia de las interrelaciones que se construyen con las comunidades y, por el contrario, con base en lo que comenta Quishpe (2015) las ayudas individualizadas generan recelo y una percepción de injusticia entre las comunidades y los desmovilizados. Muggah (2006) y Knight y Özerdem (2004) como se citaron en Kaplan y Nussio (2012), afirman que en la interacción con la comunidad “los excombatientes también pueden encontrar estigma, celos por los beneficios de desmovilización y animosidades entre victimarios y víctimas que impiden aún más la reconciliación” (p.3). 

De acuerdo con Kaplan y Nussio (2012), la inclusión social de los desmovilizados a partir de la reintegración social minimiza la posibilidad de reincidencia en la ilegalidad y mitiga las visiones de estigmatización porque dispone a la sociedad a generar lazos de empatía y aceptación, con lo cual se va promoviendo la aprobación de nuevas prácticas como la participación política de los desmovilizados. En ese sentido, la reintegración social antecede a la reintegración política en tanto permite “examinar las formas en que la práctica de la ciudadanía de los excombatientes colombianos está habilitada y limitada por su contexto social” (Andreouli, Howarth y Rodríguez, 2015, p.175). Por ejemplo, surge la necesidad de profundizar, como propone Theidon (2009), en un análisis de género en relación con la reconstrucción de la masculinidad y la reintegración de excombatientes en Colombia. En el caso colombiano, Andreouli, Howarth y Rodríguez (2015) señalan que los programas de DDR han estado centrados en marcos paternalistas tradicionales basados ​​en la provisión de empleo y asistencialismo, reduciendo la importancia de la reintegración política y social de los excombatientes, por lo que los “patrones de discriminación, estigmatización y segregación continúan siendo obstáculos importantes para los excombatientes en el camino hacia la reintegración exitosa” (p.187).

Finalmente, en cuanto a las garantías estatales autores como Cabrera y Echandía (2018) y Jojoa y Quiroz (2017) consideran que existe una relación directa entre la falta de mecanismos para proteger el pluralismo político en especial de desmovilizados y la oposición, y el apoyo a su participación política. Estos mecanismos son, según Chavarría (2012), reformas institucionales y programas estatales que están en concordancia con la justicia transicional[1]. En el caso de la reintegración de desmovilizados de las FARC su proceso se ha visto truncado, por un lado, por la falta de garantías estatales, y por el otro por las dinámicas asimétricas de poder del sistema político (Zambrano, 2019). Las garantías estatales no solo pueden estar dirigidas a la población desmovilizada, estas deben trascender a la atención de las comunidades y a la capacitación de los funcionarios estatales, ya que como lo plantean Theidon y Betancourt (2006) es necesario propiciar múltiples transiciones donde: “el Estado debe brindar seguridad, llenar el ‘vacío’ y generar alternativas no sólo para estos excombatientes sino para las comunidades que los reciben” (p.110).

En conclusión, después de identificar estas tendencias planteadas en la revisión de la literatura, este artículo tomará como eje central las tendencias del reintegración social y garantías estatales. De modo que la primera permite identificar las disposiciones sociales para garantizar la inclusión de los desmovilizados en la sociedad colombiana; y la segunda, permite entender qué mecanismos han posibilitado o limitado la garantía de la protección al pluralismo político, y la manera con estos mecanismos han incidido en la aprobación de participación política a sectores no tradicionales y cuál es la visión de la sociedad ante estos sectores.

Datos y método

Como se mencionó anteriormente, la principal fuente de los datos es Latin American Public Opinion Project (LAPOP). En específico, se hizo uso del estudio Colombia 2016/17 AmericasBarometer, el cual fue llevado a cabo entre el 3 de agosto y el 29 de octubre de 2016. Las encuestas fueron aplicadas a 1 563 personas adultas en edad de votar distribuidas en cinco regiones geográficas: Atlántico, Bogotá, central, oriental, Pacífico y resto del país. Hubo un total de 1,232 encuestados fueron encuestados en áreas urbanas y 331 en áreas rurales. El margen de error estimado para la encuesta es de ± 2.5. (LAPOP, 2016, p.5).

            Para esta investigación la unidad de análisis serán las personas entrevistadas en Colombia por el LAPOP, teniendo como propósito ver la relación de la opinión de una muestra poblacional colombiana sobre la reintegración social de los desmovilizados de las FARC y la disposición a aprobar su participación política en 2016. La variable dependiente fue definida como Aprobación de la participación política de desmovilizados de las FARC; como variables independientes i) Reintegración social, ii) Confianza en el presidente, iii) Penalización a desmovilizados de las FARC, iv) Confianza en las FARC, v) Disposición a la reconciliación y el perdón; y como variable de control personas en municipios rurales y urbanos.

Descripción de los datos y los análisis.

  1. Variable dependiente:

La variable dependiente es la Aprobación de la participación política de desmovilizados de las FARC, la cual representa la aceptación social para que los desmovilizados tengan la posibilidad de acceder al poder institucional. La aprobación a la participación política de desmovilizados depende de dos factores: los niveles de aceptación de la sociedad civil y la disposición de avalar o no el fomento de mecanismos para la reintegración. Primero, los niveles de aceptación están fundamentados en la legitimidad y el reconocimiento, donde la sociedad civil sería “un sujeto colectivo que reconoce o no reconoce, es quien juzga el poder desde su propia condición y de su contexto” (Narváez y Salamanca, 2003, p.36). Segundo, con base en Chavarría (2012) la garantía a la transición de grupos armados a la vía política electoral parte de la implementación de estrategias jurídicas, institucionales y psicosociales que se ofrecen desde el gobierno nacional con el fin de “restablecer la democracia y la paz en razón de un contexto de violencia por un conflicto armado o de represión por un régimen dictatorial” (Chavarría, 2012, p.196) donde la sociedad civil habilita o rechaza la implementación de estos mecanismos.

            Al tener una base de datos de opinión, la unidad de análisis de esta variable son 1 534 personas colombianas encuestadas en el año del período de análisis, y ha sido medida en una escala de 1 a 7, siendo 1 “muy en desacuerdo” y 7 “muy de acuerdo”. Es una variable ordinal. En cuanto a los datos estadísticos de distribución de esta variable, se encontró una media de 2,85, una desviación estándar de 2,00 y un rango con un mínimo de 0 y máximo de 7.

  1. Variables independientes:   

i) Reintegración social, en Colombia el plan de Política Pública de Reintegración Social y Económica se define como el proceso que propone apoyar: “al desmovilizado a regresar y convivir constructivamente en su entorno familiar y comunitario, y por el otro, lo comprometa a él y a sus dependientes con la superación de su situación y la permanencia en la legalidad” (Departamento Nacional de Planeación, 2008, p.2). A razón de la investigación la cual tiene especial énfasis en la opinión de la sociedad colombiana ante la inclusión integral de los desmovilizados de las FARC, se enfocará la reintegración social en términos de la disposición de las comunidades receptoras. Por lo que se hará uso de las respuestas de la siguiente pregunta de la encuesta LAPOP Colombia-2016: ¿Estaría de acuerdo con la reintegración a la sociedad de los excombatientes desmovilizados de las FARC?

Esta es una variable dicotómica, con respuestas de siendo 1, y no siendo 2. La unidad de análisis de esta variable son 1 513 personas colombianas encuestadas en el año del período de análisis. Esta variable tiene un rango de mínimo de 1 y máximo de 2. Hay 893 personas a favor de la reintegración social y 620 en contra.

ii) Confianza en el presidente, en países presidencialistas como Colombia, la confianza hacia el ejecutivo se convierte en elemento fundamental, inclusive “la confianza hacia los procesos electorales es muchas veces una condición necesaria para la confianza hacia otras instituciones de la democracia” (Barrientos, 200, p.2). Por esta razón, los niveles de confianza en el presidente de Colombia en 2016 podrían tener relación con otro proceso democrático que se desarrolló a lo largo el Acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC durante este mismo año.

Esta es una variable ordinal con una escala de 1 a 7. La unidad de análisis de esta variable son 1 537 personas colombianas encuestadas en el año del período de análisis. En cuanto a los datos estadísticos de distribución de esta variable, se encontró una media de 2,99, una desviación estándar de 1,97 y un rango con un mínimo de 1 y máximo de 7.

iii) Penalización a desmovilizados de las FARC hace referencia a la opinión sobre el modo en el que el gobierno colombiano ejecutaría las acciones penales frente a los desmovilizados de las FARC. Esta variable se relaciona con la tendencia teórica de las garantías estatales, es decir, a la serie de herramientas que el gobierno implementa tanto en las comunidades vulneradas, como en los excombatientes. De acuerdo con Chavarría (2012) encontramos reformas institucionales y programas estatales que están en concordancia con la justicia transicional. 

Esta es una variable ordinal con una escala de 1 a 7. La unidad de análisis de esta variable son 1 536 personas colombianas encuestadas en el año del período de análisis. En cuanto a los datos estadísticos de distribución de esta variable, se encontró una media de 4.48, una desviación estándar de 2,35 y un rango con un mínimo de 1 y máximo de 7.

iv) Confianza en las FARC, esta variable fue determinada como una aproximación a la tendencia de deslegitimación encontrada en la revisión de literatura. La deslegitimación define que las narrativas sociales generan una negación a grupos que han sido estigmatizados, especialmente a los grupos guerrilleros o los grupos de oposición política en Colombia, lo cual ha conllevado a que, como afirma De La Cruz y Ariza (2017), se les limite las garantías estatales y la aceptación, tal como el caso de las FARC. En este sentido, es importante contemplar cuáles son las percepciones ante las FARC en 2016 para comprender su incidencia en la aprobación o desaprobación sobre cómo incide este grupo en espacios de participación política. Esta es una variable ordinal con una escala de 1 a 7.

La unidad de análisis de esta variable son 1 537 personas colombianas encuestadas en el año del período de análisis. En cuanto a los estadísticos de distribución de esta variable, se encontró una media de 1,79, una desviación estándar de 1,33 y un rango con un mínimo de 1 y máximo de 7.

v) Disposición a la reconciliación y el perdón, esta variable fue determinada como una aproximación a la tendencia de reconocimiento encontrada en la revisión de literatura. El reconocimiento social permite la concepción como sujeto(s) politico(s) a un grupo que históricamente haya sido estigmatizado, en ese sentido, como afirman Tovar, Galindo y Guzmán (2008) y Mora (2002), el valor de las representaciones sociales hacia los desmovilizados van a definir una relación positiva o negativa con la sociedad, además este genera al conjunto de la nación, con base en Sanabria (2018), alternativas a los problemas relacionados con el conflicto y posibilita la disposición de la sociedad colombiana a perdonar y reconciliarse con los desmovilizados de las FARC.

            Esta es una variable dicotómica con respuestas de siendo 1, y no siendo 2. La unidad de análisis de esta variable son 1 504 personas colombianas encuestadas en el año del período de análisis. Esta variable tiene un rango mínimo de 1 y máximo de 2. Hay 777 a favor de esta variable y 727 en contra.

  1. Variable de control:

i) Personas en municipios rurales y urbanos. De acuerdo con la Constitución de Colombia de 1991 un municipio se define como una entidad territorial organizada administrativa y jurídicamente. Los municipios se dividen en dos zonas: urbana y rural. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) las zonas urbanas se caracterizan por estar formadas por “conjuntos de edificaciones delimitadas por calles, carreras o avenidas, principalmente.  Cuenta por lo general, con una dotación de servicios esenciales [...]. En esta categoría están incluidas las ciudades capitales y las cabeceras municipales restantes” (DANE, s,f., p.1).  Así mismo, el DANE (s.f.) argumenta que las zonas rurales se caracterizan por la “disposición dispersa de viviendas y explotaciones agropecuarias existentes en ella. No cuenta con [...] nomenclatura de calles, carreteras, avenidas, y demás. Tampoco dispone por lo general, de servicios públicos y otro tipo de facilidades propia de las áreas urbanas” (p.1). Se contempló esta variable con el fin de analizar variaciones territoriales. Por lo tanto, la población rural se refiere al conjunto de personas que viven en los campos, generalmente, cuenta con una densidad poblacional baja en comparación con la población urbana que se acentúa en las grandes ciudades. La utilización de esta variable permite observar la variación territorial respecto a la aprobación de la participación política de desmovilizados de las FARC. 

Esta es una variable dicotómica, donde 1 se refiere a las zonas urbanas y 2 a las zonas rurales. La unidad de análisis de esta variable son 1 563 personas colombianas encuestadas en el año del período de análisis. Hay 1 232 personas en zonas urbanas y 331 en zonas rurales.

Descripción de los datos y los análisis

Las herramientas de estadística descriptiva utilizadas incluyen medidas de centralidad (media, desviación estándar y rango) y medidas de dispersión (cajas de bigotes y diagramas de dispersión). Para el análisis inferencial se hizo uso de dos estadísticos descriptivos: Prueba T y un análisis de correlación mediante un gráfico de dispersión. Con estas últimas pruebas se proponen unas hipótesis nulas y alternativas con el fin de comprobar las relaciones propuestas a lo largo de la investigación. A continuación, se resumen los estadísticos descriptivos de las variables incluidas en el análisis:

Tabla 1. Descripción de variables

 


Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2016).

Análisis de datos

Se aplicaron medidas de dispersión representadas en caja de bigotes y gráficos de dispersión para correlacionar temáticas y variables aproximadas de la base de datos con las tendencias encontradas en la literatura. También se hizo una diferencia a nivel territorial en cuanto la opinión sobre la aprobación a la participación política de los desmovilizados de las FARC en las zonas urbanas y rurales.

Gráfica 1.  Aprobación política con o sin reintegración

 

Fuente: Elaboración propia con datos de LAPOP (2016).

La primera gráfica de bigotes está compuesta por la variable dependiente Aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y la principal variable independiente Reintegración social. Esta gráfica muestra que las personas que tienen disposición a la reintegración social de los desmovilizados de las FARC tienden a apoyar más su aprobación a la participación política puesto que su rango es más amplio que el de las personas que no tienen disposición a la reintegración social, a excepción de un dato atípico. De manera intergrupal se puede observar por un lado que, la concentración del 75 % de los datos de las personas sin disposición a la reintegración social se encuentra entre 1 y 3 de aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y el otro 25 % de aprobación llegan hasta 6 de aprobación; y por el otro, el 75 % de los datos de las personas con disposición a la reintegración social se encuentra entre 1 y 5 de aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y el otro 25 % de aprobación llegan hasta el 7, valor máximo de la escala.

            Así la Reintegración social de los desmovilizados de las FARC genera más disposición a la aprobación de su participación política, puesto que, se dio una relación directamente proporcional entre la reintegración social y la aprobación a la participación política de los desmovilizados de las FARC. Esta afirmación encuentra justificación en términos teóricos en razón a que la reintegración social de desmovilizados concibe tanto la inclusión civil como la posibilidad de participar en escenarios públicos, pues, con base en el Departamento Nacional de Planeación (2008) en Colombia se proponen programas de DDR en dirección a garantizar el retorno de los desmovilizados a escenarios familiares y comunitarios, y a permitir la superación de su condición abriendo otras opciones de desenvolvimiento social. También, autores como Kaplan y Nussio (2012) afirman que la aceptación de la sociedad a la reintegración social de los desmovilizados permite reducir los estigmas hacia este grupo y, por lo tanto, se generan entornos más empáticos que inciden en la aprobación de nuevas dinámicas en las que se incluyen los desmovilizados, como en este caso puede ser la aprobación a su participación política.

            Lo anterior sugiere ampliar los análisis hacia las comunidades receptoras para entender cómo estas habilitan o limitan el desarrollo integral de las personas desmovilizadas.

Gráfica 2.  Aprobación a la participación política en municipios rurales y urbanos 

 

Fuente: Elaboración propia con datos de LAPOP (2016).

La segunda gráfica de bigotes está compuesta por la variable dependiente Aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y la variable de control Personas en municipio urbanos y rurales. Esta gráfica revela que las personas que viven en zonas rurales tienden a aprobar más la participación política de desmovilizados de las FARC, debido que sus datos se concentran en un nivel más alto de aprobación (1 a 5) que el de las personas que viven en zonas urbanas (1 a 4). De manera intergrupal se puede ver, por una parte, que la concentración del 75 % de los datos de las personas que viven en zonas urbanas se encuentran entre 1 y 4 de aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y el otro 25 % llega hasta 7, valor máximo de la escala; y por otra parte, que el 75 % de los datos de las personas que viven en zonas rurales se encuentran entre 1 y 5 de aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y el otro 25 % de aprobación llega hasta el 7, valor máximo de la escala de aprobación. 

Con estos hallazgos se puede inferir que hay variación territorial. Las personas de zonas rurales apoyan más la participación política de desmovilizados de las FARC a diferencia de las zonas urbanas, a razón de que, por ejemplo, el vínculo de las FARC con las zonas rurales ha sido muy alto desde sus inicios, pues las FARC fueron inicialmente una guerrilla con capacidades reducidas y compuesta por sectores marginados en su mayoría y en especial por el campesinado, con lo cual se comprende que hayan posicionado, a través del tiempo, un orden social en estas zonas. Como lo plantea Ana Arjona (2016), existen unas condiciones que determinan el tipo de orden social que elige el grupo armado y que está definido por los siguientes factores: la calidad institucional, el tiempo de permanencia —dado según los intereses del grupo y según ubicación estratégica que da el lugar— y el cómo se comporta la población. Las zonas rurales se caracterizan por contar con poca presencia estatal, por ello se puede afirmar que las FARC establecían un control en esos territorios que no siempre era mal recibido. De modo que, esto hizo que en muchas zonas rurales se redujera el imaginario negativo y se fortaleciera una imagen favorable hacia las FARC, lo que podría justificar la mayor aprobación a su participación política.

Otra de las razones por las que se podría dar mayor aprobación de las personas en zonas rurales es porque estas han sido de las poblaciones más de afectadas por el conflicto, por lo cual, podrían preferir a las FARC en escenarios políticos y no en armas.

Gráfica 3. Aprobación a la participación política de las FARC y confianza en el presidente

 

Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2016).

En este gráfico de dispersión se presentan la variable dependiente Aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y la variable independiente Confianza en el presidente. Esta gráfica muestra si existe una correlación entre estas dos variables, lo primero que se puede observar es que la dirección de la relación es positiva, lo cual significa que a medida que aumenta la Confianza en el presidente (eje x) aumenta la Aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC (eje y). Lo anterior encuentra sentido bajo una lectura contextual, pues en 2016 Colombia tenía como presidente a Juan Manuel Santos, quien promovió durante todo su periodo de gobierno la negociación y el Acuerdo entre el gobierno y las FARC, y difundió un discurso enfático en la superación del conflicto armado con este grupo guerrillero. En este sentido, las personas que tendían a confiar más en Santos ampliaban la probabilidad de apoyar la aprobación a la participación política de los desmovilizados de las FARC.

 

Gráfica 4. Aprobación a la participación política y penalización a los desmovilizados de las FARC

 

Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2016).

La cuarta gráfica, corresponde a un diagrama de dispersión que se encuentra integrado por la variable dependiente Aprobación a la participación política de las FARC y la variable independiente Penalización de los desmovilizados de las Farc. Esta gráfica muestra que las personas que tienen más disposición a aprobar la participación de las FARC son de igual forma las que se encuentran más en consonancia con la medida penal del Estado de dar de cinco a ocho años de cárcel a los excombatientes que hayan cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad.

            Así, a mayor efectividad en las garantías estatales en los procesos de DDR mayor aprobación de la participación política de los desmovilizados de las FARC. La dirección de la relación es positiva. En ese sentido, tenemos que la justicia penal vendría a formar parte como una de las fracciones que sirve para un vacío de funcionalidad estatal, donde se hace necesario la penalización de los crímenes de guerra y de lesa humanidad. Esta medida permite reducir la impunidad mientras va castigando a los perpetradores, y al mismo tiempo, va proyectando a las comunidades una noción de justicia que permita reparar (hasta cierto punto) los tejidos sociales rotos, recuperando la confianza en la institucionalidad. 

Gráfica 5. Correlación entre: Aprobación a la participación política de las FARC y Confianza en las FARC

 

Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2016).

El gráfico de dispersión está compuesto por la variable dependiente Aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y la variable independiente Confianza en las FARC. Esta gráfica muestra si existe una correlación entre estas dos variables, lo primero que se puede observar es que la dirección de la relación es positiva, lo cual significa que a medida que aumenta la Confianza en las FARC (eje x) aumenta la Aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC (eje y).

Con la relación directamente proporcional entre la Aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y la Confianza en las FARC se puede comprender que las personas que tienen más interiorizados discursos estigmatizantes e imaginarios negativos hacia las FARC tienen niveles más bajos de confianza y, por ende, menor aprobación a su participación política, pues estarían fundamentados bajo la deslegitimación, la cual niega el reconocimiento de los desmovilizados como sujetos políticos que tienen la capacidad de ocupar espacios en la participación política nacional como resultado del proceso de paz al que fueron acogidos. Mientras que, las personas que amplían la confianza hacia las FARC tienden a aceptar más su participación política puesto que se les reconoce como un colectivo inmerso en la política (Terranova, 2018) y esto aumenta su legitimidad en la sociedad como la posibilidad de participar en escenarios políticos. 

Gráfico 6. Aprobación a la participación política de las FARC vs. Disposición a la reconciliación y el perdón

 

Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2016).

La sexta gráfica, corresponde a una caja de bigotes compuesta por la variable dependiente Aprobación a la participación política de desmovilizados de las FARC y la variable independiente disposición a la reconciliación y al perdón. Esta gráfica muestra que las personas que están dispuestas a perdonar y reconciliarse con los desmovilizados de las FARC tienden a aprobar más la participación política de los mismos, debido a que su rango es más amplio (llega hasta el valor más alto de la escala, 7) que el de las personas que no están dispuestas a la reconciliación y el perdón. De manera intergrupal se puede observar por un lado que, la concentración del 75 % de los datos de las personas con disposición a la  reconciliación y al perdón se concentran entre 1 y 5 de la aprobación a la participación política de las FARC y el otro 25 % llega hasta 7 (el valor máximo de la escala), por otro lado, el 75 % de los datos de las personas que no están dispuestas a la reconciliación y al perdón están concentrados entre 1 y 3, y el 25 % restante llega hasta 6, con excepción de dos datos atípicos.  

Con estos resultados se puede inferir que la disposición a la reconciliación y al perdón influye en gran medida en la aprobación política de los desmovilizados de las FARC. Como menciona Castellanos (2015) uno de los factores necesarios para lograr una paz duradera es la garantía en el proceso de reintegración de las/os desmovilizados, lo cual implica la interacción entre los diferentes actores de la sociedad. Como lo plantea Serna (2017) la reintegración conlleva a que los desmovilizados sean  reconocidos  como nuevos sujetos políticos, y en este sentido, el perdón y la reconciliación juegan un papel fundamental porque mediante estos se pueden cerrar las heridas del pasado dando paso a  aceptar una vinculación social integral de los desmovilizados de las FARC. 

Conclusiones

El proceso de negociación y acuerdo entre el gobierno colombiano y las FARC llevado a cabo entre 2013 y 2016 tenía como objetivo finalizar el conflicto armado entre estos actores y permitir la construcción de paz entre toda la sociedad colombiana. Ante este proceso no se ha hecho énfasis en cómo se da el papel en las personas del común, sus percepciones, opiniones o sentires.  Es importante examinar las opiniones ciudadanas frente al proceso de paz puesto que este produjo fuerte polémica en la sociedad colombiana.

            En ese sentido, este artículo profundizó sobre la incidencia que tiene la opinión de las personas para aprobar o desaprobar algunas de las garantías que obtuvieron los desmovilizados de las FARC. Se encontró que las personas que tienden a aprobar la reintegración social de los desmovilizados tienden a apoyar más su participación política y lo contrario con quienes la rechazan. Esto es importante puesto que refleja que los encuestados entienden la reintegración más allá del desarme hacia el cumplimiento de las garantías a las que llegaron en el proceso de paz. Sin embargo, hay que reconocer que el número de personas que rechazan la reintegración de los desmovilizados de las FARC es significativo y que, aunque estos resultados son de una muestra de la población es importante entender por qué se divide así la opinión de los colombianos.

            Hay que tener en cuenta que en 2016 el gobierno de turno estaba encabezado por el presidente Juan Manuel Santos, quien tenía su interés puesto en lograr la firma del pacto que buscaría la paz en Colombia, lo cual permite comprender que la afinidad con el presidente incidía en la aprobación a la reintegración; y por el contrario los grupos de oposición política al gobierno tenderían a rechazarlos. Esto abre la invitación a tener más presente la idiosincrasia y postura de los dirigentes políticos en los análisis sobre cómo se configura la opinión de la sociedad colombiana ante las decisiones políticas y la incidencia que tiene esto en las relaciones sociales.

            Finalmente, si bien las personas con mayor disposición a la reintegración social de los desmovilizados de las FARC son las más predispuestas a aceptar su participación política, y quienes confiaban más en el gobierno de Santos en 2016 tendían a aprobar más la participación política de los desmovilizados, sigue habiendo una oposición muy marcada sobre estas posturas, lo cual se evidenció con el Plebiscito por la paz de este mismo año. Por esta razón es evidente la necesidad de ampliar el análisis de las partes negociadoras hacia la inclusión integral de la sociedad colombiana, para no tercerizar la importancia de comprender las razones por las cuales hoy en día gran parte de los colombianos sigue  negando la reintegración social de las personas desmovilizadas de las FARC y su participación política.

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*Artículo de investigación científica y tecnológica.

** Estudiante de Ciencias Políticas. Correo de contacto: olayab@javeriana.edu.co

*** Estudiante de Ciencias Políticas. Correo de contacto: stephaniaupegui@javeriana.edu.co

**** Estudiante de Ciencias Políticas. Correo de contacto: andreac_quintana@javeriana.edu.co

***** Estudiante de Ciencias Políticas. Correo de contacto: andrea_velasco@javeriana.edu.co

 

[1]* La justicia transicional hace referencia a un tipo de justicia especial en escenarios de posconflicto, la cual fue acogida en Colombia con el objetivo de dar garantías a los derechos de Justicia, Paz, Reparación y no Repetición. Para mayor profundización véase: Loyo, J. (2016). La justicia transicional en Colombia: ¿Un instrumento creado para erradicar la impunidad? Disponible en: La justicia transicional en Colombia.pdf (jep.gov.co)